Archivo de la categoría: Reflexión

Un descanso

La torre de la Iglesia de Santa María en Torremormojón (Palencia) es la más alta de la provincia

La torre de la Iglesia de Santa María del Castillo en Torremormojón (Palencia) es la más alta de la provincia

¿Dónde da descanso el labrantío inacabable de Castilla que no sea en el soto, cuando nace? ¿O en las balizas de los campanarios de los pueblos unidos por carreteras sinuosas y trigo arrogante? En medio de la tierra roturada, donde la vista quiere solo cielo, se alza la alta torre de la iglesia de Santa María en Torremormojón. Como un pararrayos del cansancio, refresca el silencio de la tarde y el paseante, atraído por la idea, el deseo, de escuchar música, se adentra en la nave de la iglesia y ésta zarpa y es mar quedo.

Un concierto de órgano y el propio órgano en reparación: es el concertista quien aporta el suyo. Y agosto quisiera otoñar en el frescor del arpegio. Suben las notas como plegarias y la piedra parece más blanda, como si se sostuviera el edificio solo porque habitantes y turistas la humanizan, de tanto en tanto.

Misericordias en la bancada: un pequeño engaño a la labor del día

Misericordias en la bancada: un pequeño engaño a la labor del día

Pienso en las misericordias de los bancos y en el agotamiento del espíritu que solo necesita ese apoyo para beber, de nuevo, lo heroico que esos pocos, como la Fundación Francis Chapelet, vierten como agua fresca sobre el cansancio del siglo.

Y respirar el recuerdo como vaho de agua helada.

Autopsicofonías

 

Escena del beso en Piasca, Cantabria. M. A. Serrano

Escena del beso en Piasca, Cantabria. M. A. Serrano

Algunos dicen que los sonidos se propagan por el aire sin llegar a desaparecer nunca, sino simplemente perdiendo potencia. Así, las ondas sonoras podrían llegarnos después de muchos años, una vez hubieran dado la vuelta al mundo, y susurrarnos al oído algo que ya habíamos olvidado. Es una condena o una bendición: tendremos que volver a oír los gritos a los hijos o el insulto a un amigo, pero también esa frase que ella convirtió en verso al mirarte.

Si yo fuera un científico y tuviera más inteligencia, dedicaría todo mi empeño a seleccionar solo aquello que debería ser inacabable y eterno para que me llegaran, cuando ya esté al final de mis días, algunas cosas que he dicho y que no he repetido suficientemente, y descubriría así que ser locuaz es ser olvidadizo y que ser callado es desear el futuro. Por eso escribir es dejar constancia muda: porque nos da miedo nuestra propia voz ultraterrena o circunterrena, y no nos fiamos de que el veredicto final no llene nuestros oídos de aquello que dijimos para inmediatamente arrepentirnos. Que nuestras últimas palabras las susurre el joven que fuimos y que ya está muerto. Que las diga Shakespeare, que fue joven por todos:

Deja que la elocuencia de mis libros,
sin voz, transmita el habla de mi pecho
que pide amor y busca recompensa,
más que otra lengua de expresivo alcance.

Parece que al fondo siempre hay una música…

Las vidas desde el tren

Las vidas desde el tren...

Las vidas desde el tren…

Un viajero sube a un tren de Alta Velocidad. Tanta que casi es como ir en metro, dentro de un túnel, el paisaje tiene esa distorsión como de dibujos animados: los postes no acaban de ser verticales, tienen una rara inclinación porque el ojo no está educado para eso. Así que los terraplenes, las montañas y valles, las granjas y túneles, parecen salidos de una película como si se hubiesen creído lo de ser secuencia. Quién quiere ser un simple fotograma.

El viajero mira el asiento de delante, repasa unos papeles, se dispone a ver una película aburrida. Siente algo de mareo cuando mira hacia fuera. Como si se le fuera algo en el paisaje. Pero no encuentra qué, no cómo pararlo. Sabe que cuando llegue a la estación y todo se detenga, el mapa se recompondrá y podrá ser explicado de nuevo, como en ausencia del tiempo. Aun así, respirará con desconfianza hasta que las escaleras mecánicas le saquen del andén.

Se pregunta si los demás también lo ven, pero nadie tiene tiempo, piensa, de pararse en estas cosas. Saca su móvil y cae en las redes sociales. Pero ahí no hay nada que le ayude a responderse. Pega el teléfono al cristal y comienza a hacer fotos y a pensar en su vida, la pasada y la que no ha tenido. Las que se le han escapado. No mirará las fotos hasta dentro de unos días y pasará el dedo  por la pantalla sin atención, con prisa, como si todavía estuviera en el tren.