Niega la memoria consentida o hace borrosas las vivencias: tapia balcones y cuando no puede ocultarse (como al hablar de una infancia maldita) deslíe y desune hasta que ya no hay historia. Pero hablar de las habitaciones y de lo que pasó en ellas es horadar el miedo o convocarlo: cuando han perdido la protección del muro se convierten en amenaza.
De lo que pasaba hablaban dos caminantes hasta sumirse en el propio recuerdo: al ver las reliquias del color, los azulejos desasidos, el añil ahora impuro, los huecos que tal vez comuniquen (y eso sería…) o la valla de alambre desganado.
Y pensando en un tiempo circular, el futuro se volvía volverá borroso o puro, y mostrará un tiempo vivido por vivir: pues tal vez no elegimos bien, o éste era todo el bien que nos cabía corriendo como niños asustados.